La Abadía de Fossanova fue fundada en el siglo IX por los Benedictinos, pero en 1133 pasó a los Cistercienses, quienes restauraron y reestructuraron la zona pantanosa al cavar un "Foso Nuevo" para el flujo de agua, el cual le da nombre a la Abadía. La iglesia fue consagrada al Papa Innocenzo III el 10 de junio de 1208 y vivió un período de riqueza hasta mediados del siglo XV, cuando disminuyó lentamente hasta 1826, año en que Leo X lo confió nuevamente a una comunidad monástica.

El complemento monumental se compone de la Iglesia, la Sala Capitular, el Convento, el Refettorio y el Chiostro, que representa el centro del complejo.

La iglesia, dedicada a la Virgen María y Mártir San Esteban, se presenta con solemne sencillez, elegancia de formas y severidad de la regla cisterciense, subrayada por una arquitectura solemne, sin adornos pictóricos de particular belleza es el elegante rosetón, que designa juego de luces de gran sugerencia en algunas horas del día y la gran nave central, marcada por potentes pilares y nervaduras.

Encontramos así el hermoso claustro, conectado a la iglesia "Puerta de los coristas", el verdadero punto de apoyo de la vida comunitaria está aquí, de hecho, los edificios más importantes de la abadía están unidos (Refectorio, Sala de reuniones de invierno, Casa capitular) y se usaba para caminar y meditar. De estilo románico y gótico, está delineado por una doble serie de columnas de mármol emparejadas, diferentes entre sí.

Luego nos encontramos con la espléndida sala capitular, adornada con columnas y costillas, una de las cuales está tallada con un nudo de Salomón o un Nudo Templario. Se puede considerar esta sala como la sede del estado mayor del monasterio, a lo largo del perímetro, se disponen los asientos de piedra en los que los frailes discutían los problemas de teología y de interés económico, finalmente también se reunían para elegir al abad y a los demás superiores.

El refectorio es la sala más grande después de la iglesia, porque debía reunir a todos los monjes que comían al mismo tiempo. El techo de madera está sostenido por cinco arcos apuntados; en las paredes de la derecha hay dos grandes arcos redondos, uno de los cuales es el púlpito en el que un monje, durante las comidas, leía a los hermanos los pasajes de las Sagradas Escrituras y del Padre.

Finalmente encontramos la enfermería y la casa de huéspedes que se encuentran a un lado de la abadía. La primera, se usaba para curar a las personas y está aislada por la exigencia de impedir la difusión de las enfermedades contagiosas, la arquitectura es similar a aquella del refectorio con arcos agudos y el techo de madera a la vista. La casa de huéspedes, por otro lado, se usó como alojamiento para peregrinos, en el primer piso se encuentra la celda que se remonta al último momento de Santo Tomás, que hoy alberga el museo medieval.